3 mitos sobre el acoso callejero que debemos dejar

“Solo es acosador si el hombre es feo, si es guapo es galantería”.

¿Les suena familiar esta frase? Es común escuchar este y otros argumentos que intentan minimizar el acoso sexual callejero a un suceso anecdótico y aislado. Sin embargo, el acoso sexual trasciende de un “hola, guapa”, es más una práctica sistemática de demostración de poder del hombre sobre la mujer o sobre los cuerpos feminizados. Por eso, en este post, intentaré desmontar todos esos mitos alrededor de este tipo de violencia machista, para que dejemos de verlo como algo aceptable y normal.

 

  1. Solo las mujeres voluptuosas sufren de acoso sexual callejero

¿Sabías que, en promedio, las mujeres son acosadas por primera vez a los 10 años de edad? Según una encuesta en las redes sociales de Paremos el Acoso Callejero, las mujeres son agredidas sexualmente por primera vez aún siendo niñas. Esto demuestra que independientemente del cuerpo de la mujer, el acoso es una práctica de sometimiento a la mujer en el espacio público que históricamente le ha pertenecido a los hombres. Las niñas aún con cuerpos de niñas ya están expuestas a este tipo de violencia solo por el hecho de ser mujeres.

 

  1. Si no responde es porque le gusta.

Una vez más me remito al sondeo realizado por Paremos el Acoso Callejero, en el cual la mayoría de los casos las mujeres que contaron sus testimonios, relatan lo traumático que fue pero también que optaron por callar. En algún momento de nuestro desarrollo como mujeres en esta sociedad, asumimos que todo lo que nos pueda pasar con relación a nuestros cuerpos es nuestra culpa. No necesariamente te lo tienen que haber dicho, tú lo intuyes. Por cómo juzgan a otras mujeres en conversaciones familiares, por cómo se trata a las víctimas en la televisión, por cómo se representan a las mujeres en colegio. ¿Cómo le dices a los 12 años a tu mamá que un hombre te dijo que quisiera ser el chupete que tienes en tu boca, si ni siquiera entiendes lo que significa? Callar ha sido la opción más accesible para las mujeres. Nos toca a todos garantizar espacios seguros para que esto no lo sea más.

 

  1. La mujer que se hace respetar no es acosada.

Cuando escuches esta falacia te sugiero que respondas con una pregunta, ¿qué implica hacerse respetar? Esta es una pregunta bastante subjetiva y sin duda tendrás una respuesta estereotipada de cómo una mujer debe ser. Lo cierto es que todas las mujeres son acosadas, no todas lo son en el mismo contexto y no todas tienen las mismas particularidades. Si 9 de cada 10 mujeres ha sido acosada de alguna manera, ¿por qué resulta para nosotros más fácil pensar que 9 de cada 10 mujeres “no se hace respetar”, en vez de que exista un problema que trasciende nuestro vestir y comportamiento?

 

Hablar de acoso sexual callejero es hablar de una de las violencias más normalizadas y cotidianas de nuestra sociedad. Por ello, es necesario y urgente seguir creando espacios seguros para que más mujeres cuenten sus testimonios y empiecen un proceso de sanación frente a la violencia sexual que impera en nuestra sociedad. Pero, principalmente, es trascendental que los hombres se involucren en esta problemática, no desde afuera, sino como iniciativa de él. Solo cuando ellos entiendan que son parte del problema, podremos construir una sociedad sin acoso. Las niñas y mujeres no se merecen integrar la violencia sexual como parte de su vida, merecen una vida libre.